JORNADAS EN EL CEU.

Durante muchos años hemos hablado de "discapacidad" como una característica personal propia. Hoy en día se habla de "diversidad funcional" para señalar que las capacidades no son tanto una propiedad particular y exclusiva de las personas sino el resultado de nuestras relaciones con las condiciones del entorno. Sin un ascensor, cualquiera es discapacitado para subir cuarenta pisos en tres minutos. Entonces, ¿qué sentido tendría hablar de "diversos modos de funcionar" en vez de "discapacitados"?

Pretendemos dejar de lado el estigma, la segregación y la estigmatización, para pasar a considerar que todas las personas somos iguales en nuestra capacidad para sostener una vida digna, sean cuales sean nuestras condiciones sociales, personales o biológicas.


En estas jornadas queremos reflexionar y sacar las consecuencias de esta afirmación igualitaria problematizando los lugares más extendidos sobre la "discapacidad". Lugares que tienen efectos de minusvalorización y que invisibilizan la necesidad de cambios en nuestras creencias, relaciones sociales y prácticas profesionales.

El objetivo general es establecer un espacio de encuentro entre profesionales del ámbito socioeducativo y sanitario y las personas con diversidad funcional. En este espacio, diversos ponentes con diversidad funcional nos harán sus propuestas y expondrán sus necesidades para que la participación plena en la sociedad sea una realidad cotidiana.

Desde aquí queremos invitaros a participar en estas jornadas, y animaros a que penséis, como diría Beatriz del Campo en su artículo "Educación Social en una cultura discapacitada", ¿qué hace que una persona con discapacidad no pueda disfrutar o participar de las actividades cotidianas que se desarrollan en su comunidad?

(...) La discapacidad se define en referencia al individuo, obviando el potencial discapacitante que poseen diversos entornos, sólo pensados y diseñados por y para personas que responden a los cánones del “hombre” ideal. (...) Una educadora o un educador social debe ser sensible a las características discapacitadoras o capacitadoras de los entornos en los que viven y se desarrollan las personas con necesidades especiales, y ser capaz de ofrecer re-mediaciones sociales adecuadas en estos entornos. En este sentido, el fin de la educación social será doble; por una parte, ofrecer a las personas con discapacidad recursos y herramientas materiales, psicológicas y sociales para alcanzar desarrollo y participación plenos en su comunidad. Por otra, poner en marcha programas educativos, dirigidos a la comunidad, que traten de proporcionar una profunda formación práctica y ética que posibilite la eliminación de actividades y elementos discapacitadores de los entornos de convivencia social.

Educación Social en una cultura discapacitada. BEATRIZ MARTÍN-DEL CAMPO. Universidad de Castilla-La Mancha.

Si estáis interesados, podéis dejarnos un comentario o mandar un mail a nuestro correo (blog_educadores@hotmail.com) para más información.